Txema Rodríguez

Sin razón aparente me siento ante el ordenador y comienzo a archivar las imágenes del pasado Festival Internacional de Benicàssim (FIB) y comienzo a guardar algunas en color. Es un capricho que no me suelo permitir porque me siento más cómodo con el blanco y negro (es más yo, por decirlo de algún modo y sin dramatizar). Tengo que interrumpir el trabajo por una emergencia que se soluciona sin mayores problemas y a la vuelta, hace unas horas, me encuentro con que soy un fotógrafo de la nueva ola española. Sea eso lo que sea resulta una buena noticia. Y como dice el artículo que me «aferro» al blanco y negro encuentro otra razón para el color. Quienes me conocen bien saben de mi gusto por llevar la contraria. De modo que días después y mientras suena de fondo la voz de Cat Power cantanto «Once I wanted to be the greatest, No wind or waterfall could stall me…» trato de no olvidar ser agradecido y humilde. También con el color.