Dioses

Diosas y dioses. Homenajes a otras culturas que acaban como el rosario de la aurora. Lo que aquí purifica el fuego allá incendia espíritus. Un hombre se rocía gasolina y se ofrece a ser inmolado como un muñeco de cartón. Es una versión. O se quiere quemar. O anima a que prendan su anatomía y con ella su religión. Todo se vuelve confuso. Unos gritan mientras el olor a combustible se mezcla con la lluvia de poliestireno que cae de las alturas cuando cortan las manos del elefante sagrado y se descuelga a Shiva Nataraja, que iba a ser inmolada para ofensa de la comunidad hindú y no lo es para vergüenza de la comunidad fallera. Religiones. Dioses que castigan a unos y a otros, según el rito y el lugar. Cruzo miradas con un policía al que conozco de otras guerras callejeras. Noto el espíritu de Orwell sobrevolando el cielo de Valencia. La diosa es apoyada en un camión y el elefante, Ganesha, se prepara para el fuego, al que llegará sin manos, sin su hacha para cortar las ataduras de los devotos, sin su mazo de oro, con su halo de divinidad cubierto ahora por una tela roja. Ya no es un dios hindú, ahora es un simple paquidermo mediterráneo. Un montón de ceniza prendida en odio. Un destello gris en la mirada de un crío. Una falla.

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