Era una cuestión de número. Un grupo de chavales durmiendo en una plaza contra un montón de policías que, pasadas las cuatro de la madrugada, comenzaron a brotar de cada un de las calles (y son muchas) que van a parar a la Plaza del Ayuntamiento de Valencia. Comenzó al poco rato el ritual de la identificación y el intercambio de palabras más o menos amables por ambas partes. Nada significativo. Poco a poco el humilde campamento de cartones, pancartas y guitarras vio como sus habitantes abandonaban el lugar tras escuchar su nombre y recuperar el dni que les habían pedido los agentes. La vallas volvían a cerrar la plaza y se iniciaban los preparativos para lanzar cohetes en honor a la Virgen de los Desamparados. Unas cuantas calles más allá, en otra plaza, la que sirve de espacio público junto a la basílica, rebosa ya a esa horas de la madrugada de miles de personas que esperan ver el traslado de la imagen. ¿Siempre ha de ser una cuestión de número?.