El ritual del esparadrapo

Llego con tiempo. Los abuelos juegan sus partidas de carta en el bar por el que se entra al trinquete (se llama así al lugar donde se juega a pelota valenciana). Estoy en el de Pelayo, que viene a ser el devencijado templo de este deporte con el que un grupo de jóvenes entretiene a otro, cada vez más escaso, de viejos a los que les cuesta cumplir la ley antitabaco. En este mundo se habla valenciano porque es la lengua natural de las calles en las que los chavales, cada vez menos, aprenden a dar sus primeros golpes a las duras bolas de hueso forradas de cuero. Son gente noble y amable. Estoy en el vestuario con José Cabanes «Genovés II», Héctor, Colau y Félix. (José es hijo del mítico Genovés, que viene a ser el Camarón de la Isla del mundo de la pelota y uno de los cinco más importantes jugadores del pasado siglo. Alguien capaz de ganar el solo una partida contra tres rivales).
Quería asistir al laborioso ritual del esparadrapo, los fragmentos de naipes, las piezas metálicas. El meticuloso proceso de protección de esas manos duras y grandes, alternado con una charla muy alegre (me comprometo a que sea secreta) en la que se salpican las preocupaciones domésticas y las laborales. Porque este juego, aunque aquí no hay estrellas que cobren cifras estratosféricas, es un trabajo duro. Cada vez más. Hay algo fascinante en esta atmósfera de hombres muy hombres que salen a ganarse el pan al frío cemento de este trinquete con aire de catedral donde no huele a incienso sino a humo de puro.

Otras imágenes sobre la pelota valenciana:
Elogio de la pelota
Elogio de la pelota, una partida en el trinquete de Pelayo
Fageca, Raúl y Tino contra Cervera, Jesús y Herrera



Genovés II

Genovés II


Genovés II y Héctor

Genovés II y Héctor




Un espectador

Un espectador


Colau me lanza una pelota

Colau me lanza una pelota




Colau

Colau


Genovés II

Genovés II


Todos en silencio tras acabar la partida

Todos en silencio tras acabar la partida


Un padre juega con sus hijos en el trinquet vacío y casi a oscuras

Un padre juega con sus hijos en el trinquet vacío y casi a oscuras

  • 8 diciembre, 2012