En el viento

Por estos andurriales no se sabe muy qué ha sido eso de las elecciones europeas. Fuera de la ciudad, lejos de la reverberación del asfalto, donde los paisanos con los que paras a tomar un café piden al ver la cámara darle «caña a los urbanitas», la noticia es el paso de animales de cuatro patas. Algunos hermosos y otros apurando cada hueso. Van hacia el Valle del Jiloca, en Teruel. Se quedarán allí hasta el otoño. Son équidos que sobraron hace de una venta de caballos para la policía de Kuwait, mezclados también con mulas, animales que salvaron la vida por cariño y porque los montes están llenos de hierbas por arrancar a bocados. Son trashumantes pero no ajenos del todo a la política, ya que han recibido una subvención de la diputación a cambio alimentarse. Algo a lo que llaman los expertos «modificación de la cubierta vegetal mediante la gestión de herbivoría». Una expresión hilarante, impropia de este paisaje, de estos caminos sobre los que flota el polvo denso de meses sin lluvia. Subo a un ribazo para contemplar a las bestias y los jinetes. Sus cascos resbalan sobras las piedras mientras Rubalcaba anuncia su retirada.

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