You know you are truly alive when you’re living among lions.
Karen Blixen, Out of Africa
Observo: Al morir alguien los medios quieren su foto en blanco y negro. Como si el más allá fuera la privación del color.
No digo que no lo sea. Solo que resulta extraño en este instante.
Reorganizo las imágenes. Las guardo en ese espacio imaginario en el que habitan, donde son números de un archivo informático esperando la llamada de un programa de edición. Ni son fotos, ni son nada. Están en mi cabeza porque las recuerdo. Poseo ese don. No olvido ni una de las fotografías que he tomado (por eso he vuelto a leer a Carl Jung, o he empezado a leerlo de verdad, en la certeza de que solo una conciencia colectiva posee un disco duro tan potente) y algunas golpean, de vez en cuando, la puerta con la esperanza de ver la luz, aunque sea en los tonos grises que me gustan.
Desean salir, ser vistas. Me extorsionan y confunden hasta que no puedo más y las libero, con un gesto romántico, a lo Isak Dinesen.
Las dejo ir, flotando sobre el líquido imaginario de la red