Se trata de un mar de adolescentes y de un negocio de domingo por la mañana. Catorce euros que dan derecho a correr o andar durante unos kilómetros y a ser rociado con polvos de colores de una supuesta fiesta de la primavera, del amor, del triunfo del bien sobre el mal o de los problemas que el pobre bebé Krishna hubo de padecer por tener un pie azul. Se trata del signo de los tiempos, la transmisión viral de lo lúdico. Música a gran volumen, sol, colores, desinhibición. Catorce euros y una mañana de domingo.