Domingo por la mañana en la calle Pelayo. Peluquerías y manicuras chinas funcionando a pleno rendimiento. Y el trinquete. Esto es Valencia, y este fragmento de ciudad un escenario distópico donde, en la manida frase publicitaria, el futuro y el pasado se dan la mano. Eso es hablar por hablar porque espero que los tiempos estén cambiados y sean las jornadas laborales inhumanas pasto del olvido mientras la pelota vuelve a un presente esplendoroso. Puestos a pedir. De momento es una esencia valenciana incrustada en una china. Y gracias a ello vemos una final de pilota y no un almacén de productos baratos. Juega Soro III contra Puchol II y gana el aspirante, a veces ocurre; y es emocionante. Y divertido. Y hace que por un momento nos olvidemos del olvido, de las promesas y de las injusticias. Es el placer del juego, un domingo por la mañana, en una isla valenciana. En un océano chino.
Una respuesta a «La final»
Com sempre, espectacular treball