Líbranos de todo mal

Una cría de gorrión cae del nido aturdida por el calor. Un arco románico permite la entrada a una iglesia inexistente de un pueblo desaparecido. Es un paisaje distópico repleto de trigo amarillo y verde. Una tierra que fue sagrada en la que habitan diablos y demonios. Cerca, en Castrillo de Murcia, uno de los más populares de España: El Colacho, el antagonista del Santísimo Sacramento, un personaje burlesco al que insultan niños y mayores y a los que golpea en atropelladas carreras con su zurriago con forma de cola de animal. El personaje intenta quebrantar las celebraciones eucarísticas y el domingo, en el clímax de esta fiesta inclasificable, mientras se bendice a los vecinos y a los niños inocentes recostados en colchones, el diablo salta sobre ellos para liberarlos de su influencia. Resulta difícil hallar las palabras. También resulta innecesario.

Un demonio bajo el pie de San Bartolomé, madera policromada del siglo XVIII. Colegiata de Santa María la Real de Sasamón.

Arco de San Miguel
Cerca del núcleo urbano, junto a la carretera que lleva a Alar del Rey. Es el resto que queda de la iglesia románica del despoblado de San Miguel de Mazarreros. Siglo XII.

El Colacho persigue con su látigo a los jóvenes por las calles en la «vuelta» de la noche del sábado.

El sol entre las ruinas del antiguo monasterio de San Antón, regido por los antonianos, que se dedicaban a cuidar de los enfermos que llegaban haciendo el Camino de Santiago. Castrojeriz.

Los pequeños sobre los que saltará el Colacho son los protagonistas del día grande de la fiesta. Al pasar sobre ellos espanta la influencia maléfica del diablo y resulta derrotado.

Los pequeños sobre los que saltará el Colacho son los protagonistas del día grande de la fiesta. Al pasar sobre ellos espanta la influencia maléfica del diablo y resulta derrotado.