Lo que necesitas es un editor (gráfico)

La edición gráfica es una de esas labores que si se realizan con acierto pasan desapercibidas y si se llevan a cabo sin criterio estropean todo lo que tocan. Una imagen bien seleccionada, bien maquetada, coherente con el texto (aunque el suyo es un lenguaje propio y este paso no es estrictamente necesario) convierte un artículo, en el peor de los casos, en algo que está al 100% del atractivo que puede alcanzar para los lectores. Porque no todos los temas son espectaculares ni disponemos de fotografías maravilosas para completar la historia. Pero vamos a suponer que ese fuera el caso y es el objetivo al que hemos de tender.

En El Pais, sobrevolando una masa ingente de palabras agrupadas de forma que ninguna consiga llamar nuestra atención aparece una imagen borrosa de una rueda de prensa. Increíble pero cierto. ¿Cuál es el valor informativo que justifica su presencia?

En El País, sobrevolando una masa ingente de palabras agrupadas de forma que ninguna consiga llamar nuestra atención aparece una imagen borrosa de una rueda de prensa. Increíble pero cierto. ¿Cuál es el valor informativo que justifica su presencia?

En el mundo real de los medios se da la circunstancia, inexplicable desde cualquier punto de vista, de que la labor del editor gráfico brilla por su ausencia. En muchos incluso por su inexistencia. Un hecho que obedece a la tradicional ignorancia sobre el lenguaje de la imagen que habita en las redacciones, pobladas de profesionales que consideran la palabra escrita como medio de comunicación por excelencia, y que tratan a las fotografías como recursos gráficos destinados a cubrir el espacio que no habitan los textos. Una mentalidad que también ha pasado a las ediciones digitales, en las que no existen límites físicos que justifiquen la racanería. Las imágenes constituyen una información tan valiosa, detallada, matizada, objetiva o interesada como los textos. Me atrevería incluso a decir que son más precisas y sinceras.

Puede que Hugh Grant sea un tipo realmente atractivo, pero mostrado como en la portada de El Mundo nunca llegaremos a saberlo

Puede que Hugh Grant sea un tipo realmente atractivo, pero si se muestra como en la portada de El Mundo nunca llegaremos a saberlo

Lo cierto es que no existe un buen medio de comunicación sin una buena edición gráfica. Y con esto no afirmo que no pueda tener éxito un documento compuesto de textos falsos e imágenes trucadas sino que no cumple con su cometido de informar (si es lo que pretende, y vamos a suponer que si).

Una gran fotografía (como un plato bien cocinado) eleva el gusto del espectador y le conduce a otras. Amplía su perspectiva de la realidad, incita su curiosidad, acompaña sus reflexiones y mueve su conciencia. Todos tenemos en la cabeza imágenes que irán con nosotros hasta la tumba, fotogramas que fueron seleccionados por alguien cuyo ojo anticipó (después del fotógrafo o a la vez, un buen fotógrafo siempre es un buen editor) cuál era de todas la más valiosa, la más bella, la más conmovedora o la más profunda. Y qué importancia se le habría de conceder respecto a las demás.

En Público, Cristiano Ronaldo sufre severas amputaciones hasta conformar una imagen absurda en un contexto que tampoco ayuda

En Público, Cristiano Ronaldo sufre severas amputaciones que acabarían con su rutilante carrera hasta conformar una imagen absurda en un contexto que tampoco ayuda

La labor del editor gráfico es compleja puesto que ha de ser alguien capaz de entender las imágenes y de ubicarlas en un contexto informativo. A toro pasado puede parecer un trabajo sencillo pero seleccionar fotografías (o anticipar unas cuyas características sirvan) no es sencillo. Aunque es cierto que el ojo se puede educar (y ha de hacerse), no es menos cierto que la habilidad necesaria para separar el trigo de la paja tiene mucho que ver con la perspectiva de un fotógrafo y no tanto con la de un periodista. Se suele otorgar al primero un valor subjetivo mientras el segundo pasa por ser más fiel a la realidad. Otro error difícil de justificar.

En la edición digital de ABC la típica galería de fotos con un tamaño predeterminado en la que van "cayendo" fotografías sin criterio y que son cortadas al azar

En la edición digital de ABC la típica galería de fotos con un tamaño predeterminado en la que van cayendo fotografías sin criterio y que son cortadas al azar

La fotografía, en contra de la opinión general, ha ido perdiendo peso en los medios tradicionales como medio informativo (las empresas dirán que el papel es caro, en este caso) y todavía, lejos del grado de aceptación que tuvo en las grandes revistas americanas y europeas, hay quien pone reparos a su equivalencia como lenguaje. O dicho de otro modo, es casi imposible hallar un reportaje que contenga sólo imágenes cuando en realidad sería la forma más adecuada de leer esa historia. Esa desventaja, ya que no se cuestiona la presencia de sesudos textos sin ilustración (es más, en cierta medida se considera que sin fotos es más serio. Ojalá hubiera un editorial gráfica o una opinión tomada con cámara), convierte a las fotografías en meros pretextos. Un porcentaje elevadísimo de las noticias que aparecen en la prensa provienen de actos de agenda políticos o sociales en los que representantes de distinto signo expresasn sus opiniones. En muchos casos sus palabras (integradas en ese eterno ritual de apareamiento entre poder y prensa) son prescindibles y también las fotografías de sus bustos rodeados de micrófonos. Poses repetidas, previsibles, insulsas, sin matices. Basta tomar un diario en nuestras manos (también podemos hacer la comprobación en las ediciones digitales) para ver que esta rutina es habitual y está instalada en el sistema con la misma insistencia con la que nuestro ojo se salta todas esas noticias que le parecen (y no se equivoca) iguales.

The Guardian. Un modelo de edición. No hay nada que explicar porque la diferencia salta a la vista

The Guardian. Un modelo de edición. No hay nada que explicar porque la diferencia salta a la vista

Vamos a la cuestión práctica. Editar es cortar. No en el sentido peyorativo, pues no se trata de imponer una censura sino de establecer un límite armónico y coherente. Una imagen comienza donde termina. Sus bordes establecen también su principio. En cualquiera de las situaciones en las que nos hallemos vamos a poner fin a la fotografía por sus cuatro lados y la relación entre ese contenedor y ese contenido va a marcar irremediablemente, para bien o para mal, la calidad de la imagen. Bien sea de forma previa (estableciando una maqueta sobre la que ha de encajar) o a posteriori, el formato de la imagen lo condiciona todo. Este es el hecho clave. Una fotografía tiene unos límites precisos que si se modifican alteran su naturaleza. Saber determinarlos es la madre del cordero y hacerlos respetar es un porcentaje elevado del éxito de la noticia. Y lo ha sido siempre, mucho más ahora que la atención de los lectores se difumina y se reparte en dosis de milésimas de segundo en las que se evaporan las posibilidades de captar la atención de su retina.

No podemos evitar reirnos, aunque en realidad no tenga gracia. Una noticia de la edición de ayer de La Razón que demuestra cómo se destruye una información y se construye un chiste.

No podemos evitar reirnos, aunque en realidad no tenga gracia. Una noticia de la edición de ayer de La Razón que demuestra cómo se destruye una información y se construye un chiste.

El papel ha conseguido aburrirlos a fuerza de repetir machaconamente imágenes sin interés, mal elegidas y peor editadas. Internet lo está logrando, salvo honrosas excepciones, a fuerza de desprecio. Aunque, paradójicamente, es un valor que casi todos los lectores saben apreciar (aunque sea de forma subconsciente) y casi con la misma ligereza con que es despreciado por los periodistas. O dicho de otro modo, a todo el mundo le gusta el resultado pero muy pocos saben cómo se hace.

Nota: Todas las capturas de pantalla que ilustran este artículo, excepto la de La Razón (proveniente de http://twitter.com/iescolar) fueron tomadas el mismo día, 7 de enero de 2010, y a la misma hora, sin que hubiera premeditación, intentanto mostrar «cómo se trabaja» con las imágenes de forma habitual en los medios online.

  • 11 enero, 2010