Aquel hombre andaba a la búsqueda de palabras que expresaran la imposibilidad de hallarlas. Eran días con sonido a dejà vu, a sal, a sol, a cloro disuelto, horas pasando lentas, homogéneas, apretadas; balanceadas en una hamaca de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, pasa una nube, bah, otra nube, se va o viene. Andaba a la búsqueda es mucho decir. Estaba allí viendo como el tiempo resbalaba sobre su piel. Y no es poco. Es fácil perder los nervios cuando cae un tic tac perdido sobre uno. Se respira. Se mueven los dedos como un pianista ejercitándose antes del concierto, se respira hondo y luego…luego nada. Y nada. Y nada. Y nada. Y mil veces nada. Aquel hombre, sin embargo, ya no se preocupaba por estas cosas. Todo va y todo vuelve. Ya les digo y si no me creen qué más da. Esto es un péndulo. A veces hace tic. A veces hace tac. Y si no hace nada es que le están dando cuerda.