Si eres una diva, haces así o asá con un pañuelo de lunares para solucionar cualquier problema. Si te anuncian como señora, Ms Lauryn Hill, y eres la madre un puñado de hijos y también la del hip-hop, puedes hacer así con una mano y asá con la otra después de tener al público esperando casi una hora. Eso si eres Lauryn Hill y tu banda suena como un motor viejo lleno de tuercas flojas, por más que cantes la incombustible Killing me softly o fundas en una pieza el Jamming de Marley con el Jammin’ de Stevie Wonder. Si eres una estrella puedes hacer lo que te venga en gana. Y también lo contrario, hasta arreglar el fiasco y secar la frente con el pañuelo de la victoria. Puedes hacer que los niños contemplen tu descenso de los cielos y poner eso que llaman el broche, o la guinda, o lo que sea. Porque eres Lauryn, la señora de este mundillo de rastamanes en el que los tambores son armas terapéuticas y las tristezas se evaporan con un buen peta.