Aún con la resaca mediática de lo del Madrid Arena, con algo de pereza y poco convencimiento, me uno al Black Lotus festival. Macro electrónica. Promiscuidad energética. 7.500 personas en un mismo recinto.
Dicen que nunca es más seguro volar que después de una gran catástrofe aérea. Las medidas de seguridad son extremas. Se presta más atención a los detalles.
También dicen que cuando una tragedia inesperada ocurre, se trata del tipping point de una serie de catastróficas desdichas. La serendipia fuera de quicio. Fascinante cara y la cruz de todas las cosas.
Estamos en crisis. Cierto. Especialmente por esta zona. No sólo es una crisis social, sino también moral (llámese clase política). Noto la presión. Salgo con la cámara y noto ese lleno, esa espita a punto de saltar por los aires. Incluso en mí. La mayor parte del tiempo, la explosión es contenida por un estupor incrédulo.
Mi hija mayor va a formar parte de esa multitud. Hay suficientes puntos de evacuación. Si las cosas se ponen chungas, será posible desalojar a 1800 personas por minuto sin contratiempos. Ante todo, mucha calma. Nada de artefactos pirotécnicos. Controles de alcoholemia a la salida. Cacheos de rigor.
Seguramente hay cientos de personas pre-colocadas, pero yo no lo estoy. Me adentro en la ola, en la marea, entre cuerpos que invocan al olvido, con ropa ligera, móviles con luz, perfumes y desodorante a cascadas. Niños intentando colarse con carnets falsos.
Al principio siempre es raro e incómodo. El cerebro tiene que asumir la sobrecarga de estímulo. Al cabo de un rato, ese mismo cerebro empieza a cogerle el punto. Finalmente eres uno más de esos siete mil metrónomos sincronizándose. No nos diferenciamos mucho de un multitudinario rito pagano. En vez de tambores, dubstep, rave, hip-electro-hop e indietrónica. Se nos borran la edad, la crisis y las angustias. El ritmo se va adueñando de todo hasta convertirnos en una misma esfera catártica. Nada importa. De vez en cuando salgo del trance para enfocar mejor en algún rostro, el resto del tiempo dejo que el instinto y la cámara tomen instantáneas milagrosas.
Hay de todo: los que han venido por la música, los que han venido con su tribu, los enamorados que han venido para hacer desaparecer a la multitud con un beso, los notas de turno, los que buscaban el trance, los que lo traían consigo, los que estaban tan interesados en retransmitirlo a su facebook o a su twitter -verdaderos malabares-, las chicas guapas con novios cachas buscando la foto de portada, cuerpos normales, niñas operadas. Góticos. Heavies. Melenas como un fuego rojo visible en medio de la intermitencia estroboscópica.
Sale el sol. Con eso siempre podemos contar. Envío las fotos a redacción. Me acuesto con el tipo de cansancio agradable que queda cuando has vaciado los depósitos, cuando simplemente has estado ahí, presente, sin pensar demasiado, especialmente en ti mismo.
Un cansancio agradable y agradecido. Un fugaz y feliz sentimiento de pertenencia.
OJO: Este reportaje tiene una segunda parte.
8 respuestas a «Ritos paganos»
Hola me he animado a escribirte despues de que mi hija me mostrase tu comentario y fotos en tu blog sobre el Black Lotus Festival,además de hacer unas fotos preciosas, me encantan tus comentarios.Como madre de una chica normal que solo quiere divertirse me agreda que alguien desmitifique eso de que a este tipo de fiestas solo van drogadictos y gentes de mal vivir.Gracias.Con este tipo de articulos haces un gran bien a la juventud.
Muchas gracias, María. Solo intento hacer mi trabajo, que consiste en contar lo que ocurre por medio de las fotografías. Desde luego, procuro no tener ningún tipo de prejuicios y limitarme a mostrar las cosas. Por desgracia, en muchas ocasiones, en demasiadas, se habla a partir de tópicos creados por personas que nunca pisan el mundo real ni se acercan a las personas.
Me alegro mucho de que te hayan gustado las fotos.
Hola Txema. Soy el chico que ejerció de jefe de prensa en el Black Lotus Festival.
En principio te iba a agradecer tan sólo el haber hecho el esfuerzo de venir al evento para hacer fotos… Las cuales son geniales, pero sorpresón de los buenos el mío cuando he leído como escribes. Tu manera de expresar cala hondo. Doble enhorabuena.
Un saludo muy cordial desde Barcelona.
bru
Muchas gracias, Bruno.
No fue un esfuerzo, es mi trabajo y lo hago con placer.
Me alegro de que te gusten.
La mejor descripción sobre el evento tanto en tus palabras como en tus fotografías.
Un saludo
luego no se podría haber descrito mejor, RITO PAGANO. esta música es repetitiva, distorsionada y con poca melodía, como el tambor de un rito pagano.
me ha encantado el texto, y las fotos también. estaba temiendo que el único reportaje que quedara de ese festival fuera los de tilllate.com.
un saludo txema, como «intento de fotografo» que soy, me he convertido en fan tuyo
Txema, en primer lugar, agradecerte el texto…Yo soy una de las jóvenes que acudió al evento 🙂 y digo que lo agradezco porque, como bien expone María Rodriguez, con este tipo de artículo nos haces un gran bien, puesto que es cierto que muchas veces no se nos entiende, se nos juzga o prejuzga por acudir a este tipo de evento, pero sobretodo se persigue convencer a la sociedad que celebrar un acto de estas características solamente puede acarrear problemas en la zona en que se de lugar el evento y desgracias entre los asistentes, cuando no es así…Cuando estás ahí dentro entre la multitud viviendolo, lo unico que sientes es tu cuerpo rebosando energía, una tranquilidad que te llena y un buen rollo increíble en el ambiente, es impresionante, y creo que este es uno de los grandes motivos por los que no suele haber demasiados problemas en estos eventos. Ojalá se nos escuchase más o escuchasen a personas como tú, que se interesan y que dan la cara por nosotros. Desde el corazón mil gracias!!!!
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