No sé qué perra ha pillado todo el mundo conocido y por conocer; ponerse a debatir en busca de soluciones a todos los problemas del mundo e incluso a los del más allá. Hasta los pijos se han vuelto revolucionarios, hay que joderse. Todo el día hablando de esto y de lo otro. Lo digo, en especial, por los periodistas. Gente muy dada a creer que las empresas son suyas mientras les explotan y a querer salvarlas cuando les despiden. Y con eso ya se pueden ir haciendo una idea. Que si no se ha cumplido el deber de informar, que si la sociedad, que si internet.
Aunque algo bueno tiene todo esto, este súbito despertar de conciencias colectivas. El mecanismo es sencillo de comprender, dado que nadie quiere compartir sus beneficios pero todo el mundo está dispuesto a que los demás se hagan cargo de sus miserias. Sólo se unen los ricos (para ver quién tiene el peluco más guapo) y los pobres (por ver de salir del agujero. Ahora, el grupo de la zona baja, una vez rotos sus sueños de grandeza se desliza hacia el abismo y allí comienzan los discursos. Porque hablar es gratis y no está mal visto. De hecho ha llegado el momento. Y después vendrá el momento de ponerse violentos y salir a la calle a liarla parda. Aunque todavía es pronto. La gente que reparte no suele hablar y sus periodos de incubación son más largos. Todavía estamos en la fase del parado con ahorrillos. Pero llegará. Cuando se consolide eso que llaman “masa crítica”, que es a la Sociología lo que el hervor a las verduras. El punto en el que se vencen las resistencias y se rompe la cáscara del huevo.
No sé. Todo esto que viene ya lo he visto. Nacer, crecer y fracasar., Pero qué le vamos a hacer. Volveremos al cuerpo a cuerpo y al escupitajo dialéctico. Total, lo más que puede pasar es que la gente recupere la sesera y se organice hasta que el dinero vuelva a joderlo todo. ¿O era al revés?.