Tribuna de un forastero

Durante la pasada Semana Santa tuve la oportunidad de realizar un trabajo del que me siento especialmente contento. Suponía un reto difícil, abordar un tema de esos que dicen trillados o sobre los que hay un exceso de fotografías (me pregunto, en realidad, si alguno está libre de esta culpa), bajo la sombra de un buen número de prejuicios y en un territorio desconocido. Me esfuerzo mucho en vaciar mi mente cada vez que tomo la cámara, en permitir que la luz atraviese el objetivo sin interferencias. Esto es especialmente difícil de explicar. Y también el daño que causa en mi. He encontrado algo aproximado en una frase de Alain de Botton: «La belleza, entonces, es un fragmento de lo divino, y su contemplación nos entristece al evocar nuestro sentido de pérdida y nuestro anhelo de lo que la vida nos ha negado».

Los compañeros del diario SUR de Málaga creyeron que el reportaje merecía la edición de un suplemento de 36 páginas con las imágenes y los textos. De modo que aprovecho este epílogo para que quienes deseen verlo puedan hacerlo aquí.

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