A salvo

Tú no sabes si vives. Tú vives.
El camino es corto en el tiempo, largo en el espacio que abarcan nuestros brazos.
El corazón es bueno.
Nuestro amor es una isla. El mar es el campo.

Edmond Jabés
El libro de Yukel

Armenistis, Ikaria.
Armenistis, Ikaria.

Supongamos (y es cierto, o probablemente veraz) que vivimos en la víspera de un apocalipsis. [Es una forma de hablar]. Cada persona habita el suyo.
Pero digamos que al alzar la vista el horizonte es tan negro como el suelo bajo nuestros pies.
Y pensemos en un refugio lejano y cálido (también pudiera ser cercano y frío, pero parece menos acogedor). En un lugar. Podemos elegirlo de dos tipos:
a) los que no mantienen a salvo de la destrucción
b) los que no, pero nos permiten morir sin dolor
(suponiendo que escondernos sea nuestro deseo, o nuestro deber, o nuestra necesidad)
Y luego está el hecho (insoslayable podríamos decir) de que un lugar seguro constituye un lujo. No por el precio, sino por la oportunidad o la suerte de poseerlo, de tener a dónde ir en caso de.
El caso de la fortuna es el más complejo, porque no se puede decidir sobre ella ni someterla. Aparece o no, para quienes la necesitan y para quienes la desean (aunque no para todos los que la necesitan ni para todos los que la desean).

A salvo, esa es la cuestión.
A salvo de qué ya es asunto de cada uno, si se halla en disposición (como hemos dicho).