Los yanquis han venido,
olé salero, con mil regalos,
y a las niñas bonitas
van a obsequiar con aeroplanos,
con aeroplanos de chorro libre
que corta el aire,
y también rascacielos, bien conservaos
en “frigidaire”.
(Estribillo)
Americanos,
vienen a España
guapos y sanos,
viva el tronío
de ese gran pueblo
con poderío,
olé Virginia,
y Michigan,
y viva Texas, que no está mal,
os recibimos
americanos con alegría,
olé mi mare,
olé mi suegra y
olé mi tía.
El plan Marshall nos llega
del extranjero pa nuestro avío,
y con tantos “parneses”
va a echar buen pelo
Villar del Río.
Traerán divisas pá quien toree
mejor corría,
y medias y camisas
pá las mositas más presumías.(canción de bienvenida)
Miguel MihuraBienvenido Mister Marshall
Luis García Berlanga. España, 1952.
Ernst Schilling, alcalde de la ciudad alemana de Herbolzheim desde 1996 y filántropo de Oliva, ha ofrecido a los desempleados de este pueblo 17 puestos de trabajo. El casting se llevó a cabo hoy, ante una delegación llegada desde Herbolzheim para tales efectos. He estado tentado de titular esta nota Bienvenido Herr Schilling como homenaje a la eternidad de la película de Berlanga y al propio Berlanga: no hay nada que demuestre más claramente el genio y la clarividencia de un artista que el tiempo, cuando le da la razón.
Cuidadosamente disfrazada de modernidad, créditos bancarios y nuevas tecnologías, nuestra realidad está cumpliendo escrupulosamente con el ritual del eterno retorno. Estamos en un momento que no se diferencia en mucho de aquellos en que Mister Marshall vino a representar en la España recién resucitada de la guerra, su propia kermesse heróica, una sátira mezcla de western, musical histórico y doble lenguaje destinado a esquivar todos los envites de la censura.
Tan entretenidos estamos en hablar de la prima de riesgo, sacarle la mugre a los políticos, despotricar contra los recortes y pensar en cómo vamos a llegar a fin de mes, que no somos en absoluto conscientes del cruel rebobinado que nos arrastra y de los recordatorios que se nos ofrecen, como es este caso.
Una sociedad deprimida e impotente tiene tres opciones: volverse sumisa y pelota, atarse a los mástiles con las orejas tapadas de cera o cabrearse y montarla. Me temo que lo primero y lo segundo es estadísticamente más frecuente. Si estuviéramos cabreados, y sin pecar de ingratitud, nos daríamos cuenta que 17 empleos fijos no dan para tanto fasto, que la escena es llamativamente familiar, pero en un contexto en el que preferimos morirnos antes que reconocer que hemos tocado fondo. Si estuviéramos cabreados, en vez de lamer culos, moveríamos el nuestro. Así de simple.
Porque después de Herr Schilling, vendrán escenas al estilo Vente a Alemania, Pepe, pero en una Europa que ya no tiene ni la mitad de recursos que en los 60 y 70 tenía para acoger una diáspora de muertos de hambre procedente de las periferias.
Los alemanes pasarán por aquí y tenemos que gustarles para que nos den cosas. 17 puestos fijos. Ahora hay sol y hay esperanza.
2 respuestas a «Antes de lo que va a ocurrir»
Tus fotos hablan…
Mientras no canten 🙂