El daño

Me encanta eso de dañar la imagen como argumento de defensa. Mola. Es un artilugio multiusos que sirve para todo. Si denuncias que un tipo anda trincando dinero público, tate, ya estás dañando la imagen; si la cosa es de favoritismos, digamos familiares, lo mismo; y si pones a caldo el urbanismo mediterráneo de última hornada, bueno, eso ya es dañar de verdad con todas las de la ley. Es lo que tiene esta derecha, lo mismo que tuvo aquella izquierda, que a fuerza de restregar el sillón con el culo les parece que todo el trasero es sofá.
Una vez se sobrepasa esa delgada línea, estamos perdidos. Que en este país cada uno es libre de criticar lo que le venga en gana. Y más el asunto de las superurbanizaciones golfísticas que tanto juego están dando y que, en fin, no hace falta ser muy listo para intuir cómo se han tejido y el daño que están causando a la imagen de la Comunidad Valenciana. Por eso mola el argumento, porque es inverso. El que daña acusa al otro de dañar. Como en la vida misma. Eso nos suena a todos, que hay gentes que te arrean un mamporro y luego esperan que les pidas perdón. Conozco yo unos cuantos casos que les pondrían los pelos de punta, pero no me gusta dañar la imagen de nadie que luego me acuse de dañar su imagen; entras en un bucle estúpido y el final acabas beneficiando la imagen de otro que pasaba por allí y se lleva los mejores momentos de tu vida. Bueno, que es un lío.
Ahora, lo que es pensado, está muy pensado el mecanismo. Yo les pongo un ejemplo a modo de metáfora o de lo que cada cual tenga a bien entender. El otro día paso por delante de las oficinas de Marina D´Or en Madrid, en la calle Príncipe de Vergara. Me suena que las inauguraron a bombo y platillo. Me llamó la atención una pegatina sobre el escaparate en la que se advertía que el local ha sido precintado por incumplir alguna normativa. Supongo que carece de licencia de actividad. Como retirar ese aviso es ilegal, graciosamente han puesto a su lado un cartel en el que se dice que aquello está “cerrado por reformas”.
Lo mismo me he pasado haciendo daño.