No recuerdo el día con exactitud. Sé que jugaba Javi y que recibí un pelotazo suyo en la sien que me tuvo una semana acariciándome el cráneo. De aquel modo supe que se trata de un juego colectivo que incluye también los cuerpos de los espectadores. De aquella manera, al igual que con el primer desengaño se inicia un nuevo amor, formé parte por primera vez de una partida. Y desde entonces la pelota valenciana me ha dado mucho, me ha permitido profundizar en la belleza de sus movimientos y me ha dejado conocer a seres humanos por los que siento respeto, aficionados y jugadores comprensivos con mis torpes movimientos al principio y siempre agradecidos por un interés sincero del que me siento orgulloso, seguro de la verdad antropológica escondida en cada partida. Existe una visión etnológica que es un arma de doble filo, porque de algún modo habla de algo desaparecido, condenado a la muerte. Con ella estoy en profundo desacuerdo, presiento que quienes se mueven en ese ámbito se mueven en la superficie, en la intención de quedar bien ante la galería.
Después de unas horas repasando muchas imágenes de algunas partidas, ojalá fueran más (ojalá más tiempo, más espacio), voy juntando unas cuantas que no salieron o lo hicieron por la puerta trasera, otras que no fui capaz de ver. Todas me proporcionan, sin orden, sueltas, un extraño placer que deseo convertir en un homenaje a este deporte al que me unió aquel golpe iniciático.
Una respuesta a «El primer golpe»
Y me encanta la última toma.