Elvis Presley hubiera cumplido hoy 75. Sólo vivió 42. Esto no es una biografía, apenas un homenaje, un repaso subjetivo por algunas imágenes de su vida. No las más conocidas. No necesariamente aquellas que le elevaron, junto a su indiscutible talento, su hermosa voz y su belleza, a lo más alto del inestable reino de la música popular. Sobre Elvis se ha dicho todo, lo real, lo imaginario y lo surrealista. En la imagen falta Jesee Garon, el gemelo nacido muerto en una familia pobre. El hermano malogrado que abre la vía a las interpretaciones psicológicas más variopintas (dos Elvis iguales hubiera sido lo nunca visto), incluso a la suplantación de personalidad gracias a la supuesta falsedad que abre las puertas a toda conspiración. Jesee no murió sino que fue dado en adopción porque el dinero en casa no alcanzaba para tanta boca y que acabó suplantando a su famoso hermano.
Elvis firme, al frente. Entre sus padres. El niño es el único que muestra esperanza en la imagen entre dos rostros castigados por la miseria. Miradas perdidas, vacías, ausentes. Ropas humildes y sencillas y un sombrero elegante para el pequeño, que ya se mantiene en pie desafiante y parece señalar con el índice la importancia del lugar y del momento. Ante la madre dominante, posesiva, inquietante y protectora.
Elvis ya es un artista que levanta pasiones. El día en el que fue tomada la imagen ofreció un concierto benéfico en Russwood Park. Ya se contaban por miles las fans que esperaban horas a que comenzar el concierto. Las volvía locas cantando Blue Suede Shoes, Tutti Frutti o Blue Moon (you saw me standing alone, without a dream in my heart, without a love of my own…) pero Gladys, como buena madre de folklórica hispana, vigila que las lobas no se aproximen a la criatura. Al menos en la intimidad de sus dominios. El lugar donde todas las chicas americanas, al cabo de un tiempo todas las del mundo, quisieran estar. Cerca. Controlando el tiempo, preservando el reloj de la dañina influencia del agua, midiendo la distancia entre aquel niño que sobrevivió y este joven que comienza a comerse el mundo.
Esta imagen es, de todas las que he visto sobre el artista para preparar estas líneas, la más hermosa, la más compleja. Procede de una carpeta perdida en la Biblioteca de Tennesse que también contenía imágenes de los años sesenta y setenta, incluyendo las visitas de Kennedy y las manifestaciones organizadas por el Movimiento de Derechos Civiles. Un fotógrafo local, Ricky Rogers, se tomó la molestia de escanear y digitalizar las imágenes y gracias a ello podemos contemplar a nuestro encorbatado protagonista en la cuna del country. Se supone que RCA, al igual que otros grandes estudios, contaban con fotógrafos encargados de inmortalizar todo lo que pasara en su interior. El making off de la música, como el del cine, ha dado grandes momentos a la fotografía. El que vemos es uno de ellos. Elvis enmarcado en un triángulo perfecto. En un juego en el que su brazo izquierdo compone otra figura triangular (el símbolo de la divinidad y la sabiduría). Brazos que se cruzan, manos que apenas asoman, una especie de rompecabezas a lo Escher sobre el que el joven habla, absorto, ajeno como todos al momento único que el ojo experto del anónimo fotógrafo capta lo que nadie ve. Un universo que parece casual sin serlo. Una obra maestra.
Elvis fue y sigue siendo un gran negocio. Pocas estrellas han mantenido en vida y tras la muerte semejante tensión comercial. Su música, por supuesto. Y cualquier objeto sobre el que se pueda estampar su rostro, su casa (la mítica Graceland), cualquier cosa y, por supuesto, sus fotografías. Su boda con Priscilla Beaulieu, en el Alladin Hotel de Las Vegas, no iba a quedar al margen de los focos, unas luces que ya comenzaban a atrapar los primeros brillos de esa lujosa vulgaridad que acabaría transformando su boda en un arquetipo y su vida en una parodia. Una historia de amor rota en 1972, de la que al parecer nunca se recuperó, y tras la que inició su profundo descenso a los infiernos. Aunque para honrar su memoria es posible comprar en una subasta objetos de aquel día en que Elvis y Priscilla unieron sus vidas. O lo era.
Elvis realizó a lo largo de su vida más de treinta películas. Muchas de ellas fueron grandes éxitos, pero ninguna fue buena. Ni falta que hacía. Sus canciones arrasaban en las listas de venta y su físico funcionaba como un imán a cuyo ritmo el mundo daba vueltas.
There’s a thousand pretty women waitin’ out there
And they’re all livin’ devil may care
And I’m just the devil with love to spare
Viva Las Vegas, Viva Las Vegas
El Rey logró, en este caso con Las Vegas (a partir de la película y de su propia vida), crear una poderosa iconografía que ha llegado a nuestros días y en la que suman todos los elementos de su religión. Incluso las bodas siguiendo su peculiar rito, el de una iglesia en la que Elvis es un dios indiscutible, único, en sus momentos de gloria y en sus días de dolor. Alguien a quien siguen millones de personas, que intentan parecerse a él, que intentan ser él.
De entre todos las mujeres, Ann Margret fue especial en su vida. Había algo entre ellos que Priscilla logró cortar pero no matar. Eso que se percibe en la forma en que se miran, eso que hizo que Ann fuera la única de todas que siguió siendo su amiga, la única que le acompañó en la muerte. Es curioso, porque Ann empezó cantando mal y acabó actuando bien. Eran, a todas luces, complementarios.
El encuentro secreto entre Elvis Presley (vamos a suponer que no era el elvis malo, su hermano gemelo recuperado por la CIA) y Richard Nixon compone uno de los episodios más surrealistas de su biografía pública. El artista ya había pasado a defender posiciones ultraconservadoras y al igual que el político había iniciado un claro declive. Uno jodido por Vietnam y el otro por los Beatles (a quienes ahora, tras los elogios iniciales, acusaba de incitar a los jóvenes a drogarse). En esta crónica se pueden seguir los detalles del encuentro y aquí se puede ver la sesión completa de fotografías y los documentos escritos del día en el que el pastillero cantante vestido de terciopelo morado pidió una placa de agente federal para acabar con las drogas.
La imagen es una cosa y el ser humano otra… Es muy difícil vivir como una imagen.
Elvis Presley, junio de 1972
Y al final, el último concierto. El hombre solitario, gordo, malhumorado, sin control. El monstruo recubierto de adornos y sudor, el que fue Rey algún día y ahora es motivo de burla. Una historia que se repite, desde la vida y hasta la muerte (si es que murió su cuerpo). Una imagen, algo que Elvis nunca quiso ser. Lo que Elvis es. Un icono que nace y desaparece en ciclos. Para bien y para mal. Hoy como hace 75 años en aquel pobre y lejano Tupelo donde abrió los ojos.
7 respuestas a «Elvis contado en siete fotos»
[…] Elvis contado en siete fotos http://www.elfotografico.com/2010/01/elvis-contado-en-siete-fotos/ por Marito hace 6 segundos […]
Me encanta este reportaje. En especial la historia del encuentro con Nixon.
Muchas gracias por el reportaje. Me has hecho soltar una sonrisa.
El Rey es el Rey y siempre viajó en un tren misterioso. Gran artículo, Txema.
Echo en falta la foto del rapado (1958), el tupé más lúbrico en manos de una maquinilla del Ejército, la domesticación final del tigre (cuando regresó de la mili en Alemania el Coronel Parker se lo llevó a Hollywood).
http://www.cbc.ca/gfx/pix/elvishaircut_cp_3352238.jpg
Gracias Sinaloa y Victor(i)us.
Bichito: es verdad, el momento del rapado está cargado de simbologías y de algún modo es el principio del fin, al menos del «primer» Elvis. La verdad es que viendo con detalle sus fotos, en especial las menos conocidas, me ha dado cuenta de su grandeza mediática y de su poder de representación de toda una época.
Muy buen artículo y muy buenas fotos, aunque esperaba encontrar esta del 56 http://images.artnet.com/WebServices/picture.aspx?date=20050518&catalog=74631&gallery=110884&lot=00011&filetype=2
Me atrevo a seguir engordando el archivo iconográfico del Rey:
http://tsutpen.blogspot.com/2010/01/artifacts-13.html
La pipa que Pesley regaló a Nixon.
Y otra, del mismo maravilloso blog de fotos:
http://tsutpen.blogspot.com/2010/01/i-like-christian-life-13.html
Un predicador alertando en 1956 a los fieles sobre la inminente llegada del Diablo con zapatos de gamuza y calibre 45 en la pelvis.