En el cuarto oscuro

Es probable que tenga un plan respecto a la pornografía del que comienzo a darme cuenta. Trabajando en algunas de las fotografías que muestro a continuación (las que puedo, que no son todas por razones obvias), mientras las tomaba en un ambiente que llamaré explícito, percibí una tendencia natural a suprimir a los hombres. Comprobé, ya me ha pasado en otras ocasiones, que evito retratar a los de mi sexo y adopto el punto de vista femenino. Tiene su lógica. La industria sexual convierte a las mujeres en objetos y si suprimo al usuario del objeto también les devuelvo la vida y el poder sobre sus cuerpos. Pienso en la maravillosa historia de amor de Unica Zürn y Hans Bellmer mientras paso junto a Nacho Vidal, que posa poniendo caras raras en un stand en el que vende colonia con un frasco-réplica de su famoso pene. Pero me interesa mucho más la mirada de Ama Monika, que se muestra tímida ante el objetivo y firme con los látigos, el cuero y las cuerdas. No es la Lady Heather que vuelve loco a Gil Grissom en CSI pero me muestra, como el personaje de ficción, que son nuestros miedos los que definen nuestra naturaleza.

Ama Monika
Ama Monika

Un hombre envuelto en plástico por Ama Monika
Un hombre envuelto en plástico, momificado como se denomina en el lenguaje de la dominación, por Ama Monika

Otro trabajo de Ama Monika, con agujas, jeringuillas, plumas....
Otro trabajo de Ama Monika, con agujas, jeringuillas, plumas….

Hablo de estas cosas con una prostituta que he conocido en la feria, una mujer de mi edad que fue actriz porno hace años, antes de tener hijos y apreturas para pasar ahora por el trago de ir al grano con cualquier cliente que, con la excusa del salón erótico, siente esa famosa necesidad de los hombres. Se supone que en el cuarto oscuro en el que trabajan ella y otras el plan era distinto, la cosa iba de un poco de voyeurismo pero la falta de público y el hecho de que estas mujeres (cuyos cuerpos ya no cumplen con los requisitos) vayan a comisión según los ingresos hacen que se haga cualquier cosa que se pida por surrealista que pueda ser. Resulta, por esas casualidades de la vida, que en algún momento de nuestra vida sobre el que no puedo entrar en detalles, compartimos instituto y de ahí que, en medio de este montón de carne sofocante, viejos borrachos, parejas viciosas, hombres rudos, proxenetas y putas viejas, nuestras miradas se crucen y se detengan con el gesto de una cara que recuerdas haber visto con anterioridad. Ha venido para sacarse algo de dinero y llevar a los niños a algún lugar en el que, por enésima vez, poder volver a empezar desde cero. El resultado ha sido triste. Tres días de humillaciones. Trescientos euros.

Todo se mezcla en este mundo irreal en el que sexo y dinero son lo mismo. Las que ahora están en la cumbre y las que todavía se resisten a tocar fondo. Salgo a la calle y doy un largo paseo. Necesito aire.

En el cuarto oscuro
En el cuarto oscuro

Amanda X
Amanda X

Aris Dark posa para mi
Aris Dark posa para mi

Aghata Moore
Aghata Moore

Silvia Rubí
Silvia Rubí

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La puerta trasera
La puerta trasera

La hermosa mujer del body sushi, me mira a través de la máscara de plumas negras
La hermosa mujer del body sushi me mira a través de la máscara de plumas negras

2 respuestas a «En el cuarto oscuro»

  1. […] “Hablo de estas cosas con una prostituta que he conocido en la feria, una mujer de mi edad que fue actriz porno hace años, antes de tener hijos y apreturas para pasar ahora por el trago de ir al grano con cualquier cliente que, con la excusa del salón erótico, siente esa famosa necesidad de los hombres. Se supone que en el cuarto oscuro en el que trabajan ella y otras el plan era distinto, la cosa iba de un poco de voyeurismo pero la falta de público y el hecho de que estas mujeres (cuyos cuerpos ya no cumplen con los requisitos) vayan a comisión según los ingresos hacen que se haga cualquier cosa que se pida por surrealista que pueda ser. Resulta, por esas casualidades de la vida, que en algún momento de nuestra vida sobre el que no puedo entrar en detalles, compartimos instituto y de ahí que, en medio de este montón de carne sofocante, viejos borrachos, parejas viciosas, hombres rudos, proxenetas y putas viejas, nuestras miradas se crucen y se detengan con el gesto de una cara que recuerdas haber visto con anterioridad. Ha venido para sacarse algo de dinero y llevar a los niños a algún lugar en el que, por enésima vez, poder volver a empezar desde cero. El resultado ha sido triste. Tres días de humillaciones. Trescientos euros”. (Lee , aprende y disfruta con ‘El cuarto oscuro’ de Txema Rodríguez). […]

  2. […] lejos de lo chabacano, el dolor de las mujeres que acaban ejerciendo el oficio más antiguo. Las fotos rompen esa cascarilla de glamour y modernidad y muestran el cuerpo, la […]