Un espacio vacío antes. Paredes blancas, tres. Un cristal que da a la calle, grande, transparente. Un lugar que no es nada y tienes que transformar, has de transformar, esperan que transformes. Una habitación en la que todo está a la vista con sus brillos y sus ausencias, personales, profundas, desnudas. Una sala que se llena de lo tuyo para vaciarse del vacío. Ir y venir entre gentes, amigos, conocidos y transeúntes. Eso que llaman inaugurar, exponer, mostrar.
Sólo se ve lo que desea ser visto. Sentir ese deseo.