Esta imagen, la de una mujer que miraba hoy desde su asiento del autobús la puerta del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, me gusta como colofón de esta historia. Aquí estoy, un espectador fotografiando a otros espectadores anónimos del juicio contra el ex presidente de la Generalitat Valenciana al que he dedicado muchas horas de trabajo hasta completar un extenso reportaje al que he ido añadiendo imágenes casi a diario. Sigo pensando lo que pensaba antes, aunque mi punto de vista no tiene relevancia. Intento ser imparcial y mostrar la realidad sin prejuicios, como se revela ante mis ojos en la expresión de esa mujer que mira la puerta ocupada ahora por un puñado de jóvenes del 15-M que no están de acuerdo con el veredicto. Esto es Valencia, me parece. Esta mañana he pensado mucho en Luis García Berlanga y en esa mezcla constante de estímulos contradictorios de esta ciudad, en la que después de fotografiar (anoche) las salidas triunfales de los absueltos y al actual presidente, Alberto Fabra, fingiendo alegría por la absolución de su antecesor sales a la calle y te recibe un funeral de personas que protestan por los recortes en las prestaciones sociales para los discapacitados a escasos metros de la puerta por la que asoman los miembros del Tribunal de las Aguas.