Unido a lo anterior.
Insisten en el verbo estar y no tanto en el ser. Dicen quiero estar con. Una y otra vez, como una letanía, como si todo se redujera a la presencia, al contacto físico. No entienden lo que hago. Me invitan a volver.
Los niños. Siempre amparando las frustraciones de sus padres.
Una respuesta a «Sigue»
En realidad, no entienden por qué hacen lo que hacen, y lo que el ser humano entiende tiene las dimensiones de lo que entiende de sí mismo.
La vida se va estrechando a los límites de lo correcto, de lo aceptable, del amplio consenso, como una dentadura postiza que pide blando y después papilla y después líquidos.
Temen que lo que aman acabe yéndose demasiado lejos.
Lejos, sobre todo, de su alcance. O de quedarse ciegos o a oscuras, sin esa luz emite el que sueña, al fin y al cabo.
La que se arroja sobre las cosas, la que les permite seguir mirándose en un espejo sin que la imagen reflejada eche a correr.