Mujeres que aporrean con precisión la batería, danzan y cantan. Mujeres que tocan el bajo, la guitarra o el piano (si lo hubiera; hay pocos, es una lástima). Ir de un escenario a otro y ver muchas sobre la tarima. La música como espacio para la igualdad, como lugar para el talento sin sexos ni etiquetas. Donde ni siquiera hace falta decir. Donde basta con ser.