Camino hacia una luz incierta. Tal vez es tarde ya. Eso sólo lo saben en la última estación y los teléfonos no dejan de comunicar. Camino es decir mucho. Estoy sería lo correcto. Los pájaros se mueven a través del cristal sucio de la ventanilla. Aprenden a volar como si existiera el aire, como si no fueran a estrellarse contra los hierros, como si pudieran esquivarlos. Al fondo, una mujer teje un corazón con alambres. Una obra maestra. Un cofre para dolores ajenos. Otra vez. La gente pasa sin mirarme. Me dejaron aquí porque me hago la ilusión de que me muevo. De vez en cuando algún desconocido me limpia las gafas. Y le pregunto si voy a alguna parte, pero rara vez contestan. Así que estoy es lo correcto. Mejor estoy en una luz incierta. Me ladran los perros, me escupen los niños, se apartan las señoras bien vestidas que murmuran cosas sobre un pasado que ya no recuerdo. Se ve que tuve uno. Al fondo, un hombre tararea una canción de Calamaro. Mientras llamo y no dejan de comunicar, porque ignoro mi destino y, en realidad, para mi es importante. Sé que no es mucho. Me dejaron aquí una tarde esperando a que arrancara el tren. Pero nadie me pide el billete que se deshizo entre mis dedos hace ya no sé cuánto, donde escribí, si no recuerdo mal, “me duelen las palabras donde dije corazón”.
Al fondo, alguien abre la jaula. Tal vez es tarde ya.