El mundo sigue girando. Una masa baila mientras otra es aplastada por un camión. No puedo evitar pensar en ello, en estos miles de jóvenes, como los de Niza o de cualquier lugar del mundo; y en ese vehículo enorme acelerando sobre la multitud. Ellos bailan al ritmo de Major Lazer, ajenos a cualquier tragedia. Se sienten seguros, a salvo. Yo no puedo alejar mi mente del paseo, de esa playa de piedras redondeadas sobre las que huyen padres y niños, de la brutal sencillez con que la vida llega y se va.