All my love

Creo que comenzó un día en que mi madre dudó de mis habilidades. Ese viscoso mal fario de las gallegas endurecidas por la posguerra y la miseria, ese conformismo, ese estar a lo que diga el amo y callar y joderse y vuelta a callar y vuelta a joderse. Esa cautela de daños propios que pasan de generación en generación, comprimida en frases dichas con el amor de quien desea evitarte el daño del fracaso y sin querer te inhabilita para el éxito. Creo que giro en círculos sobre un punto concreto de mi infancia, sobre un momento en una habitación oscura en el que fui consciente de que estaba, en el sentido filosófico, solo en este mundo. Creo que nunca he salido de aquel lugar con olor a madera y a curas calvos, en el que hube de elegir entre San Agustín o Rousseau. Mentí para quedar bien sin saber que el santo era un pervertido y el pensador un romántico apasionado por la botánica. A la vuelta ya no estaba en ninguno de los dos bandos. Tampoco en el mio.